miércoles, 26 de diciembre de 2012

Convenio MSP-CIC: Más interrogantes que precisiones

Iniciado el 2012, se firmaba un acuerdo marco entre Ministerio de Servicios Públicos, representado por el Ing. Julio Molina, y el Centro de Ingenieros de Catamarca, en su presidente el Ing. Walter Herrera.
De la letra del acuerdo se desprendía la participación que pretende dar el Gobierno de la Provincia, a los profesionales locales en la ejecución de distintos aspectos de las obras públicas, sobre todo en lo que tiene que ver con los estudios, proyectos y dirección técnica de las obras que encare el Ministerio.
Hasta aquí la crónica del acuerdo. Pero quedan algunos aspectos por analizar para concluir si fué auspicioso o nó este convenio.
En primer lugar, y a pesar que el Estatuto del C.I.C. lo permite expresamente, esta institución pasa a competir de lleno con sus propios matriculados.
Esto es así, porque aunque un profesional independiente tuviera la oportunidad de contratar con el Estado, la limitación del acuerdo impone, en la práctica, que se canalicen por la cuasi-consultora creada en el Centro de Ingenieros.
Resaltemos el argumento que desde la institución se esgrime, respecto a que de esta forma el Centro participa en la gestión de los proyectos del Estado y en la utilización de honorarios mínimos acordes a la realidad económica imperante, y que de este modo se protege el interés colectivo de los profesionales.
Nada asegura que esto sea así, toda vez que el acuerdo no lo explicita, y deja librada la decisión a una Unidad Coordinadora que deberá velar por su cumplimiento, en ambos sentidos.
En el mejor de los casos, no será fácil el trabajo de los coordinadores que deberán luchar entre la espada de los profesionales, que pugnan por trabajos con mejores honorarios, y la pared del Estado, que paga miserias disfrazadas de sueldos dignos a sus propios ingenieros contratados.
Imaginemos, sin embargo, que por una gestión exitosa, este panorama oscuro no se concreta y que se alcanza a imponer pagos dignos a los servicios técnicos prestados desde la consultora. Se estaría generando, de igual modo, una asimetría entre los honorarios de estos prestadores con los del resto de la Provincia.
Qué pasará con aquellos profesionales que no participen del convenio, si desde el propio Centro de Ingenieros no se publican ni sugieren honorarios mínimos para los honorarios de sus matriculados? Mucho menos ahora, cuando dicha información toma mayor relevancia.
Párrafo aparte merece el análisis de la envergadura de los trabajos encomendados al C.I.C.
Bajo la excusa que no existían ingenieros con experiencia en la Provincia para tareas relativas a la construcción de grandes obras (diques, líneas de alta tensión, acueductos, etc.) se contrataron desde el anterior Gobierno a consultoras foráneas las cuales terminaron sub-contratando las tareas a profesionales locales. El convenio asegura que el actual Gobierno no siga los mismos pasos? Las grandes obras, queda claro, no pasarán por el Centro de Ingenieros de Catamarca.
Por último, y no menos importante, es el alineamento político de la institución. Recordemos la independencia mantenida hasta ahora y la pluralidad de criterios en sus filas, que eran ejemplo a la vista de otras instituciones que se desangraban en internas políticas para estar cerca de las mieles del poder. Al parecer, estos tiempos terminaron.
Se puede rescatar a la luz de aquel acuerdo, el sano interés por cambiar el estado de las cosas, aunque no se comparta la falta de rigurosidad en la letra del convenio. Salvo que se lo vea desde la óptica del alineamento antes aludido, en cuyo caso, el éxito se pasa a medir con otros parámetros que no necesariamente incluye a la totalidad de los matriculados.
Concluyendo el año 2012, se firma un nuevo Convenio. Esta vez con el actual Ministro de Servicios Públicos, Ing. Luis Romero, sucesor con no sólo más bagaje técnico, sino también con mayor reconocimiento social por su intachable trayectoria, que contrasta notablemente con lo endeble del anterior funcionario, el que sería más propenso a la defensa del parapentismo que defensor de la profesión de ingeniero.
Habrá que esperar entonces, y reconocer con mente abierta si nos equivocamos en las apreciaciones, o sólo vislumbramos interrogantes hasta ahora sin respuestas.